
He visto hombres llorando,
Ensartados en su propio destino,
Incapaces de detenerse
A hacer magia con una flor,
A respirar las estrellas nocturnas,
A visitar un ave en reposo
Distanciada de su constelación temblorosa.
Sé de amores empapados en sangre
Que aún mantienen su tibieza,
Otros desgastados y fríos
De tanta pasión posible,
Muchos corazones cayeron al vacío
Inquebrantables de tantos celos sin razones.
Pero ahora me veo
¡Y qué bien me veo!
Ochenta y tantas primaveras,
Vestigios de flores recogidos en mi vida.
Todos me miran con zozobra tremenda,
Desde arriba,
Donde el aire construye su hogar en todo,
Contemplo lágrimas navegando en sus rostros...
Una rosa se suicida ligera ante mis cerrados ojos...
He visto hombres llorando
Y los veo ahora desde aquí abajo....
Tierra negra y silenciosa se posa ante mis cerrados ojos...
Y seguiré viendo hombres llorar,
Sus dulces lágrimas caen a mi corazón,
Cansado de tanto amar.
Siento la tibieza de la piel
hasta en mi propia muerte.
Un suspiro lejano me deja respirar aún,
Y aquí estoy;
vivo de lágrimas, tierra, flores, primaveras...
vivo de amor.